Para mí, estar en la calle, al alcance de cualquiera, es parte esencial del trabajo. El cómic no debería quedarse encerrado en vitrinas o en estanterías silenciosas: tiene que respirarse, tocarse, hablarse. Estar en ferias, plazas o mercadillos es volver al origen, al contacto directo, a ese intercambio de palabras, miradas y anécdotas que no pasa por ningún filtro.
Por eso valoro tanto cada invitación a ferias, festivales y saraos varios. Más allá de vender o firmar, es la oportunidad de mirar a la gente a los ojos, de escuchar lo que piensan, de descubrir qué les mueve o qué les toca. Es también un recordatorio de que lo que uno crea en soledad puede llegar muy lejos cuando se comparte en comunidad.
Gracias a la organización de Vila del Llibre y a toda la gente que se pasó por la parada, se acercó, preguntó o simplemente sonrió desde el otro lado de la mesa.
El setge continua!

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