domingo, 30 de noviembre de 2025

El libro que decidió seguir su propio camino

Deckard surgió de un sitio bastante peculiar: la clase de cómic de los sábados en la Escola Joso. Éramos gente que trabajaba entre semana y que no podía cursar Art Gráfic por horarios. Aquellos sábados se convertían en nuestro pequeño paréntesis creativo, un respiro que equilibraba rutinas y agotamientos. Dibujar allí y cumplir las exiogentes Deadlines era un acto de resistencia personal.

El proyecto empezó a tomar forma en la hora del patio, entre cafés, bromas internas y conversaciones sobre lo que queríamos hacer con todo aquello que estábamos aprendiendo y practicando. Un día se valoró que la escuela tendría un espacio en el Saló del Còmic de Barcelona y que quizá podríamos aprovecharlo. Ese “quizá” se quedó flotando. Y cuando nos dimos cuenta, ya estábamos embarcados en algo más grande de lo que imaginábamos.

Si íbamos a crear un libro, queríamos que fuera algo más que el fanzine final de nuestra clase. Así que decidimos abrir la puerta de par en par. Nos pusimos en contacto con más de cincuenta autores, algunos profesionales con trayectoria, otros estudiantes o autodidactas en situaciones parecidas a la nuestra. La idea era clara: construir una antología que no se limitara a nuestro grupo, sino que respirara un aire más universal, más diverso y más ambicioso.

La autoedición fue una mezcla de caos y entusiasmo. Maquetar, revisar, corregir, discutir… todo con la sensación de que estábamos haciendo algo que iba más allá de un ejercicio escolar. Cuando llegaron las cajas con los 350 ejemplares, sentimos esa rara vibración que mezcla orgullo y miedo. ¿Funcionaría? ¿Interesaría a alguien?

En el Saló del Còmic lo descubrimos de golpe: 350 ejemplares vendidos. La mesa quedó vacía al tercer dia. Producto Agotado. Nosotros también. Fue un pequeño triunfo colectivo.

Después de eso tomamos la decisión más práctica y menos épica: subir el libro a Amazon en impresión bajo demanda. No como relanzamiento ni como nueva edición, con una historia que no habia llegado a tiempo. Era un modo sencillo de que cualquiera que quisiera leerlo pudiera hacerlo sin que nosotros tuviéramos que guardar cajas en casa. 

Y desde entonces, el libro ha seguido moviéndose solo. No sé cómo lo hace. Cada Diciembre hay un pequeño repunte de lectores que lo encuentran, lo compran y lo leen, sin que yo haga absolutamente nada. Y todos los años pienso lo mismo: “¿Pero cómo puede ser que siga vivo?”

A veces me da la impresión de que Deckard es un recordatorio amable de que ciertos proyectos se escapan de las manos. Que no tienes control total sobre lo que perdura y lo que se desvanece. Puedes hacer planes, establecer intenciones, pulir cada detalle… y luego la vida decide por ti. Quizá esa antología funcionó porque fue honesta, porque nació de un grupo de gente que estaba aprendiendo, porque tenía la frescura de lo que se hace sin calcular demasiado.

O quizá simplemente tuvo suerte. Eso también es posible.

Lo cierto es que cada vez que veo que alguien lo descubre, me produce una mezcla entre ternura y desconcierto. Es como reencontrarte con un viejo amigo del que no sabías nada, que de repente aparece con buena salud y nuevas historias que tú desconocías.

Y supongo que por eso escribo esto hoy: para dejar constancia de que me sigue sorprendiendo. De que hay proyectos que se resisten a morir, que se quedan en el mundo haciendo su vida silenciosa. Deckard es uno de ellos.

Y me alegra que siga ahí, cual padre orgulloso.


https://www.amazon.es/Deckard-suenan-androides-ovejas-electricas/dp/1533370699/ref=sr_1_1




No hay comentarios:

Publicar un comentario